Una familia que ama el pan logra emprender para continuar su legado

Los protagonistas de esta historia tienen más de 30 años de casados y una gran experiencia en el mundo de la panadería. Luego de ver la situación en su país cuesta arriba y más cuando el régimen venezolano empezaba a controlar y regular la harina; principal ingrediente de su negocio, deciden viajar a los Estado Unidos. #MiVuelo presenta a José Finol y Judith Rangel.

Fue en junio de 2018, cuando esta hermosa pareja de Maracaibo llega a los Estados Unidos específicamente al estado de Carolina del Norte, ya sus hijos habían emigrado años antes y habían venido de visita, pero la posibilidad de quedarse no la habían contemplado hasta ver que les afectaba directamente el tema de la regulación de la harina y todo se volvió más difícil.

Estando en Carolina del Norte pasaban sus días entre cuidar a los nietos y hacer una que otra cosa por allí, pero ya se les notaba las ganas de hacer más, por estar siempre activos y trabajando. Fue al año de haber llegado cuando su hija les pide que hicieran un pan de jamón para llevarlo a su trabajo y fue un éxito.

En Venezuela esta familia se dedicaba a hacer panes en todas sus versiones, aunque el señor José era docente siempre estuvo involucrado en el negocio por su esposa. El papá de la señora Judith fue quién abrió este camino al pan.

José Finol, venezolano.
Imagen cortesía
Judith Rangel, venezolana.
Imagen cortesía.

Ambos nos confesaron que la idea de hacer un espacio aquí en Carolina del Norte toma fuerza luego de la llegada de su sobrino Carlos Vivas, maestro panadero y quién por cierto tiene su propia historia que contar, de hecho, nos regaló las siguientes líneas.

Carta de un panadero

“Cuando era niño mi madre solía llevarme mucho a visitar a mis abuelos, ellos vivían en una casa cuya planta baja era una panadería…En mis recuerdos siempre estaba el pan presente…Mi abuelo Don Marcelino era el gran visionario que fundó su panadería el 7 de marzo de 1984”.

“La vida de un panadero puede adoptar muchas formas, entre ellas servicio a la comunidad, crecimiento personal, y a menudo, desarrollo social y espiritual, porque las recompensas de hacer pan no son meramente económicas”, y así continúa narrando Carlos, quién es profesional de la ingeniería, pero el pan lo escogió a él y lo hizo panadero.

Carlos Vivas, venezolano. Imagen cortesía.

Volvemos en el punto donde todo fue dando forma con la llegada de Carlos y es así como con el apoyo de los hijos de José y Judith pudieron tener en Monroe, NC un espacio que convirtieron en el lugar perfecto para su panadería, en las redes sociales los pueden ubicar como Don Marcelino Foods.

Cuenta la señora Judith que antes de tener el local hicieron en casa de su hija y en un horno casero más de 150 panes de jamón. Se atrevieron porque como dicen; “es lo que sabemos hacer”.

Esta pareja dejó su mensaje y lo compartimos “primero que tengan fe, constancia, emprender no es sencillo, no basta decir; aquí estamos y ya, hay que tener la vista puesta en el sueño que cada quién desee”, dijo el señor José. La señora Judith también dijo; “no dejen de soñar y crean en el padre celestial”.

Gracias por permitirnos entrar en su espacio tan lleno de amor y con el olor tan delicioso del pan, gracias por estar en este espacio. ¡Sigan adelante!

Me despido, hasta la próxima historia,

Adriana Henríquez

@migrantesenvuelo