El protagonista de esta historia es de Petare, Caracas, Venezuela, primero emigró a Panamá, donde, tras lavar carros para subsistir, hizo un curso de bartender. Luego emigró a Estados Unidos, y desde Carolina del Norte nos cuenta su experiencia. Mi Vuelo presenta a Pedro Miguel Machado.
Pedro llegó a Estados Unidos en diciembre de 2016, junto a Blanca Aguirre y su hija Camila Codallo, que entonces tenía 8 años. Actualmente, están en proceso de divorcio.
La situación en Venezuela fue el detonante para buscar otros horizontes. A pesar de que ambos trabajaban, cada vez se hacía más difícil adquirir siquiera lo básico para vivir bien como comida y artículos de la cesta básica, además de la inseguridad reinante en el país.
Pedro es Técnico Superior Universitario en Contaduría, y su último empleo en Venezuela fue como analista en una empresa del Estado.
Antes de llegar a Estados Unidos, evaluó quedarse unos días en República Dominicana, pero dice: “no nos gustó para vivir, sí para vacacionar y turistear, pero no para hacer vida. Luego fuimos a Panamá y estuvimos casi un año, pero de verdad se nos hizo muy cuesta arriba por el tema de los papeles y la xenofobia. Así que decidimos venirnos para acá, al país de las oportunidades”.
En Panamá, Pedro comenzó trabajando en un autolavado, ganando 0,60 centavos por cada carro que lavaba. Al salir del trabajo, caminaba hasta su casa, siempre en busca de algo mejor.“En uno de esos trayectos vi a una chica bellísima que, a leguas, se notaba que era venezolana, entregando un folleto. Cuando me acerqué, me explicó que estaban por abrir una academia de bartenders llamada Bartender On Panamá, y recordé que alguna vez había visto ese nombre en Venezuela. Tomé el folleto, llegué a la casa, le comenté a Blanca y me inscribí. Allí comencé el curso y aprendí; jamás había servido un trago profesionalmente“.

Su paso por la construcción
Al llegar a Estados Unidos, le tocó trabajar en construcción. También formó parte de un staff de meseros, que eventualmente requería bartenders, y él siempre se ofrecía. En un reconocido hotel observó cómo movían una barra de un salón a otro, y esa imagen le dio una idea para su propio negocio.
El primer nombre que le puso a su emprendimiento fue Barbudo USA. Ofrecía sus servicios por Facebook y redes sociales, aunque aún no tenía claro cuánto debía cobrar. “Hasta que un día me escribió un señor que se iba a casar y quería mis servicios. De verdad ni me acuerdo cuánto cobré, pero supe que ahí yo podría configurar qué hacer y cuánto cobrar”.
Así fue. Luego, una gran amiga llamada Yuribet le pidió que atendiera a los invitados en su cumpleaños. En esa fiesta se tomaron muchas fotos y videos, y de allí otra amiga, que celebraba el cumpleaños de su hijo, también lo contrató. Así empezó todo.
Así nació su empresa
Flow Station USA, ya lleva más de tres años firme con el negocio llevando una barra móvil a donde quieran los clientes y atiende a sus invitados como en cualquier bar.
“Lo que más me gusta es que conozco mucha gente. Me encanta interactuar, que las personas prueben mis cócteles y me digan que son buenos”.
Su mensaje para muchos migrantes:
“La vida del inmigrante común es dura por muchos factores: hay miedo, incertidumbre, desconocimiento… pero hay que reconocer que con el solo hecho de decidirlo ya eres más fuerte que cualquiera. Simplemente hay que enfocarse, trabajar duro acorde a tus posibilidades, sin parar hasta que logres estar donde quieres. Si quieres emprender y tienes una idea que quieres desarrollar, el momento perfecto jamás llegará. El momento perfecto es cuando das el primer paso con lo que tengas a la mano, con lo que puedas hacer en ese momento. Y de allí en adelante, todo lo verás de manera diferente”.
Gracias, Pedro, por tu aporte en este espacio.
Hasta la próxima historia.
Adriana Henríquez,
CEO de Migrantes en Vuelo